CIUDADANO SIRIOEste director de escuela, nos cuenta el comienzo del conflicto y cómo tuvieron que huir del país para toparse con la crueldad de las mafias turcas y la indiferencia europea. Clama por unos Derechos Humanos que parecemos haber olvidado. Las pinturas de su tienda de campaña reflejan el momento en que su casa y su escuela fueron arrasadas por los bombardeos de la aviación.
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Soy director de colegio. Antes de 2011 la situación era bastante buena en Siria, sin problemas. Reinaba la tranquilidad y la paz. De repente, el pueblo se echó en las calles a revindicar la libertad, aspirando echar al presidente al Assad, exigiendo un cambio de régimen y de gobierno. Entonces, estallaron las revueltas y el pueblo se levanta en todos los rincones del país. El régimen aplasta el levantamiento con detenciones, declarando la guerra y la devastación contra el pueblo. Un día mientras estábamos en casa tranquilos, entró el grupo DAESH aterrorizando a la población, deteniendo a la gente. Les daba igual, arrestaban funcionarios del estado, gente normal y corriente, detenían a todo que encuentran a su paso. Entonces se declara la guerra. Rusia se suma a la guerra para bombardear al pueblo Sirio. Bombardeo y devastación a diario en la ciudad, llevando por delante edificios, nuestras casas, todo. Ante esto, nos vimos obligados de huir de la ciudad. Entre nosotros, había niños y jóvenes. Teníamos que salir de la ciudad.
Salimos caminando durante un día o dos hasta el desierto, luego en coches hasta Turquía donde permanecimos casi un mes. Intentamos trabajar allí. Para sobrevivir hay que trabajar 12 horas para garantizar las necesidades básicas. Efectivamente, no teníamos dinero, pagamos mucho dinero y perdimos todo, nuestras casas, todo. Conseguimos reunir cada uno 1.000 euros para salir de Siria hacia Turquía. Y sí, entramos en Turquía pero no hemos podido continuar el viaje allí. Decidimos entonces ir rumbo a la Unión Europea. Hicimos los preparativos necesarios de reunir el dinero, prestándonos como pudimos. Salimos de Turquía hacia Grecia en una balsa que no cabían más de 20 personas. Aún así, éramos más de 50 personas en la balsa. Durante el viaje, se desinflo la balsa y tuvimos que estar inflándola todo el trayecto para estar a salvo. En medio del mar, nos sorprendió la policía Turca obligándonos volver a Turquía. Les suplicamos diciéndoles que tenemos niños, familias, no teníamos opción, estábamos obligados a seguir. En este instante, se presentó la guardia costera griega y nos llevó a la isla griega Kios. Una vez allí en la isla, nos recibieron las organizaciones humanitarias, después de haber sufrir mucho dolor, mucho frío. El tiempo era lluvioso. En el mar estábamos muy aterrorizados con mucho miedo. Esto es el viaje de la muerte.
En la isla de Kios, la verdad, las organizaciones humanitarias, los voluntarios nos han recibido bastante bien. Nos dieron ropa y la comida. Después de dos días, nos montaron en un barco desde la isla rumbo a Atenas. El viaje duró 8 horas. Luego desde Atenas nos mandaron en autobuses hasta este campamento llamado Katsikas. Nuestra sorpresa fue mayor cuando nos metieron en tiendas de campaña. Los primeros días de la semana dormimos al raso, encima de las piedras. No nos dieron ni esterillas ni nada. Dormimos sobre las piedras. Solo nos dieron un sacos de dormir cada uno y ya está. Intentamos adaptarnos a la nueva situación, porque huíamos de la guerra y de la devastación. Todos estábamos perdidos y desorientados. Obligados, decidimos venir aquí, venir a los países de la Unión Europea creyendo que Europa estaría abierta y seríamos bienvenidos. Deciros que, entre nosotros, hay gente muy cualificada, bien formada y cultivada que huye y teme la guerra y la persecución. Esta gente sólo piensa y busca la paz y la seguridad. Llegamos a Europa, una Europa que echa el cierre frente nosotros y nos manda a vivir en los campamentos en condiciones infrahumanas. ¡Hasta los animales estaban mejor que nosotros! ¿Dónde están los derechos humanos? ¿Dónde están las organizaciones humanitarias que deben preocuparse de los derechos de las personas que son igual que tú, igual que todos? Toda esta guerra está declarada contra la gente. Antes, la gente vivía tranquila, en paz. Entonces estalla la guerra. Siria, siempre ha abierto sus fronteras, a iraquíes, libaneses y palestinos, quienes han accedido a oficios y puestos de trabajo dignos. Mientras que aquí, nos sorprendió todo. Hemos llamado suplicando a las organizaciones de los derechos humanos, pero en vano. Nos decepcionó. Nuestra estancia aquí es indignante. Por ello, lanzamos un llamamiento a las ONG, la ONU, toda la gente, con toda nuestra voz, ¡somos seres humanos como vosotros! Nuestra mayor lucha es vivir en paz y nada más. Vinimos aquí a solicitar el refugio para vivir en paz, para que nuestros hijos también vivan en paz y puedan continuar sus estudios y poder garantizar el futuro que hoy por hoy no tienen. Hemos perdido nuestras casas. Hemos perdido todo, solo nos queda pensar en un lugar donde sentimos seguros y en paz.
Lanzamos un llamamiento a la ONU y a todas las ONG´s que nos ayuden y que tengan empatía con nosotros, como personas. Tenemos sentimientos igual que vosotros. Venimos aquí, a Europa creyendo que la UE defiende los derechos humanos. ¿Dónde están los derechos humanos? No pedimos nada, solo pedimos que se nos traten como seres humanos. Deseamos de todos los gobiernos europeos tengan empatía con esta gente sobre su suelo. Todos son gente formada y cultivada. No hay que caer y creer en las falsas propagandas que somos gente pobre y analfabetos. Todo lo contrario, hay gente con grandes titulaciones, aquí hay médicos. ¡Claro! Desde Siria se marcharon 18.000 médicos durante los últimos cinco años. Y demás de las grandes titulaciones en diferentes asignaturas y especialidades, todos dejaron Siria en búsqueda de la paz y la seguridad, mientras Siria ha sido un país de la paz.
Muchas gracias a todas las organizaciones, muchas gracias a ustedes, espero que todo el mundo sienta nuestra situación y tenga empatía con nosotros. Muchas gracias.
Salimos caminando durante un día o dos hasta el desierto, luego en coches hasta Turquía donde permanecimos casi un mes. Intentamos trabajar allí. Para sobrevivir hay que trabajar 12 horas para garantizar las necesidades básicas. Efectivamente, no teníamos dinero, pagamos mucho dinero y perdimos todo, nuestras casas, todo. Conseguimos reunir cada uno 1.000 euros para salir de Siria hacia Turquía. Y sí, entramos en Turquía pero no hemos podido continuar el viaje allí. Decidimos entonces ir rumbo a la Unión Europea. Hicimos los preparativos necesarios de reunir el dinero, prestándonos como pudimos. Salimos de Turquía hacia Grecia en una balsa que no cabían más de 20 personas. Aún así, éramos más de 50 personas en la balsa. Durante el viaje, se desinflo la balsa y tuvimos que estar inflándola todo el trayecto para estar a salvo. En medio del mar, nos sorprendió la policía Turca obligándonos volver a Turquía. Les suplicamos diciéndoles que tenemos niños, familias, no teníamos opción, estábamos obligados a seguir. En este instante, se presentó la guardia costera griega y nos llevó a la isla griega Kios. Una vez allí en la isla, nos recibieron las organizaciones humanitarias, después de haber sufrir mucho dolor, mucho frío. El tiempo era lluvioso. En el mar estábamos muy aterrorizados con mucho miedo. Esto es el viaje de la muerte.
En la isla de Kios, la verdad, las organizaciones humanitarias, los voluntarios nos han recibido bastante bien. Nos dieron ropa y la comida. Después de dos días, nos montaron en un barco desde la isla rumbo a Atenas. El viaje duró 8 horas. Luego desde Atenas nos mandaron en autobuses hasta este campamento llamado Katsikas. Nuestra sorpresa fue mayor cuando nos metieron en tiendas de campaña. Los primeros días de la semana dormimos al raso, encima de las piedras. No nos dieron ni esterillas ni nada. Dormimos sobre las piedras. Solo nos dieron un sacos de dormir cada uno y ya está. Intentamos adaptarnos a la nueva situación, porque huíamos de la guerra y de la devastación. Todos estábamos perdidos y desorientados. Obligados, decidimos venir aquí, venir a los países de la Unión Europea creyendo que Europa estaría abierta y seríamos bienvenidos. Deciros que, entre nosotros, hay gente muy cualificada, bien formada y cultivada que huye y teme la guerra y la persecución. Esta gente sólo piensa y busca la paz y la seguridad. Llegamos a Europa, una Europa que echa el cierre frente nosotros y nos manda a vivir en los campamentos en condiciones infrahumanas. ¡Hasta los animales estaban mejor que nosotros! ¿Dónde están los derechos humanos? ¿Dónde están las organizaciones humanitarias que deben preocuparse de los derechos de las personas que son igual que tú, igual que todos? Toda esta guerra está declarada contra la gente. Antes, la gente vivía tranquila, en paz. Entonces estalla la guerra. Siria, siempre ha abierto sus fronteras, a iraquíes, libaneses y palestinos, quienes han accedido a oficios y puestos de trabajo dignos. Mientras que aquí, nos sorprendió todo. Hemos llamado suplicando a las organizaciones de los derechos humanos, pero en vano. Nos decepcionó. Nuestra estancia aquí es indignante. Por ello, lanzamos un llamamiento a las ONG, la ONU, toda la gente, con toda nuestra voz, ¡somos seres humanos como vosotros! Nuestra mayor lucha es vivir en paz y nada más. Vinimos aquí a solicitar el refugio para vivir en paz, para que nuestros hijos también vivan en paz y puedan continuar sus estudios y poder garantizar el futuro que hoy por hoy no tienen. Hemos perdido nuestras casas. Hemos perdido todo, solo nos queda pensar en un lugar donde sentimos seguros y en paz.
Lanzamos un llamamiento a la ONU y a todas las ONG´s que nos ayuden y que tengan empatía con nosotros, como personas. Tenemos sentimientos igual que vosotros. Venimos aquí, a Europa creyendo que la UE defiende los derechos humanos. ¿Dónde están los derechos humanos? No pedimos nada, solo pedimos que se nos traten como seres humanos. Deseamos de todos los gobiernos europeos tengan empatía con esta gente sobre su suelo. Todos son gente formada y cultivada. No hay que caer y creer en las falsas propagandas que somos gente pobre y analfabetos. Todo lo contrario, hay gente con grandes titulaciones, aquí hay médicos. ¡Claro! Desde Siria se marcharon 18.000 médicos durante los últimos cinco años. Y demás de las grandes titulaciones en diferentes asignaturas y especialidades, todos dejaron Siria en búsqueda de la paz y la seguridad, mientras Siria ha sido un país de la paz.
Muchas gracias a todas las organizaciones, muchas gracias a ustedes, espero que todo el mundo sienta nuestra situación y tenga empatía con nosotros. Muchas gracias.