CIUDADANO SIRIODesde la entrada del auto-proclamado estado islámico en su región, hasta la llegada al campamento de Katsikas, este ciudadano tuvo que ver los horrores más intensos del conflicto. Las decapitaciones, los bombardeos, los familiares muertos, los niños ahogándose entre las olas de Egeo; son imágenes que difícilmente abandonarán los recuerdos y el futuro de esta persona . La tristeza y las lágrimas dan sentido a este relato desgarrador.
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Hoy comentaré la experiencia que vivimos como familia, con la organización del autodenominado Estado Islámico (A.E.I).
Permanecimos diez días de cautiverio en nuestra propia ciudad en manos del A.E.I. Asediados por los tanques y bajo las bombas. Entonces, el régimen sirio, entregó la ciudad y, parte del ejercito, se quedó allí. El A.E.I, entró así en la ciudad y mató a todos los soldados. Enumeró a una serie de personas que serían ejecutadas. Era una lista con personas vinculadas al régimen, colaboradores del régimen. Gente que quería liquidar el A.E.I.
He visto con mis propios ojos cómo ejecutaron a mis compañeros de trabajo y a algunos miembros de la policía, quienes no tenían ninguna implicación en ninguna atrocidad de la guerra. Es la primera vez que veo decapitaciones, la primera vez que veo cuerpos moverse sin cabeza. Estos momentos delicados de los que he sido testigo no se han separado de mi mente ni por un instante hasta ahora.
Después, el A.E.I, comenzó a acusarnos de ser partidarios del régimen. Nos dijeron que éramos infieles y que merecíamos un castigo. Éramos más de 145 personas. Nos concentraron para ejecutarnos. Hasta el último memento nos despedimos de nuestras familias, nuestras esposas, nuestros hijos, yendo a una muerte inminente como destino. Hasta que, en el último momento, se indultó a una parte y se ejecutó a la otra. El indulto lo dictaminó un juez bajo la premisa de que esa gente éramos musulmanes, que se nos debía dar una segunda oportunidad para reconducirnos por el buen camino del Islam. Entonces nos indultaron y fuimos a la ciudad.
Hemos visto cadáveres tirados por el suelo y, la mayoría, decapitados. Es imposible describir con palabras las terroríficas escenas de las que hemos sido testigos. Entre nosotros había niños que vieron todo ese horror; cadáveres decapitados…estos niños han visto cómo el A.E.I cortaba las cabezas y entregaba los cuerpos a las familias como advertencia de que son infieles y contrarios a ellos.
Ante esto, decidimos marcharnos de la ciudad. Huir de este grupo criminal que ejecutaba a la población.
Decidimos marcharnos fuera de la ciudad. Yo, mi mujer y mis hijos. Caminamos más de 15 kilómetros en pleno frío, lluvia y heladas atravesando campos de cultivo. Huimos del A.E.I hasta alcanzar la frontera y la zona controlada por el ejercito libre sirio y las organizaciones islamistas. Una vez allí buscamos un traficante para llevarnos a la ciudad más próxima a Turquía. Cruzamos la frontera desde Siria a Turquía pagando un precio desorbitado. Atravesamos ríos, montañas cuesta abajo y cuesta arriba para llegar a la ciudad más próxima a Turquía. Esto nos costó muchísimo dinero.
En Turquía fue imposible quedarse para sobrevivir, por falta de trabajo y de ayudas por ninguna parte. Entonces pensamos emprender el camino hacia Europa. Buscamos un traficante para llevarnos a Grecia o algún punto cercano a Grecia. Fuimos objeto de abuso. El traficante nos pidió por mí, mi mujer y mis hijos más de 7000 dólares por cruzar en una balsa hinchable. La balsa de la muerte. Y, efectivamente, vimos la muerte con nuestros propios ojos. La escena era catastrófica. Los niños gritaban llorando, las olas nos golpeaban en mitad del mar. Hubo un momento en que parecía que los niños se ahogaban. El tiempo era hostil, olas y vientos muy fuertes. Todos en una balsa pequeña amontonados…como 70 personas. Dejamos nuestras vidas en manos de dios. De repente se acercó un barco griego de rescate y nos ayudaron en los últimos instantes. Cuando llegamos a la isla, vimos cómo se había hundido la pare derecha de la balsa. Quedó completamente cubierta de agua. Gracias a dios estábamos a salvo. Éramos más de 70 personas en aquella balsa. He visto con mis propios ojos la muerte. La muerte nos perseguía hasta que llegamos a la isla griega.
De un sitio a otro, hemos vivido más de tres meses en situaciones difíciles. Nosotros aquí, estamos muriendo lentamente. En Siria moríamos de golpe, bajo bombas pero, ahora, estamos muriendo lentamente.
El régimen lo ha destruido todo. Nuestros recursos, nuestras tierras, nuestras casas, a nuestros seres queridos y nuestros amigos, que murieron bajo los escombros. Ahora nosotros no valemos nada. Tengo más de 55 años, he trabajado duro toda mi vida para formar una familia, un futuro y una vida feliz para mi familia. ¿Cómo es posible estar viendo ahora que, todo mi sacrificio, mi lucha para garantizar la felicidad de mi familia, se evapora en un instante?
Ahora mi sueño se ha evaporado, se evaporó mi realidad. No tenemos nada; ni dinero, ni amigos, ni casa. La mayoría de nuestros amigos ya no están. No sé nada de ellos. Algunos fueron asesinados y otros escaparon. No sé nada de ellos. Mi hermano perdió la vida durante la devastación y durante los bombardeos de la aviación. A una pariente la ejecutó el A.E.I… ¿Por qué? ¿Por qué estamos sufriendo esta situación? ¿Por qué estamos asÍ?
Pido a las organizaciones humanitarias del mundo entero que sepan lo que es el sufrimiento del pueblo sirio. Nosotros hemos sufrido y seguimos sufriendo. ¿No se ha saciado aún el mundo con tanta sangre como se ha derramado en Siria? ¿No está saciado de tanta devastación, tantas ruinas, tantos asesinatos y tantas escenas terroríficas?
No puedo expresar más que esto. Ciudadano sirio.
Permanecimos diez días de cautiverio en nuestra propia ciudad en manos del A.E.I. Asediados por los tanques y bajo las bombas. Entonces, el régimen sirio, entregó la ciudad y, parte del ejercito, se quedó allí. El A.E.I, entró así en la ciudad y mató a todos los soldados. Enumeró a una serie de personas que serían ejecutadas. Era una lista con personas vinculadas al régimen, colaboradores del régimen. Gente que quería liquidar el A.E.I.
He visto con mis propios ojos cómo ejecutaron a mis compañeros de trabajo y a algunos miembros de la policía, quienes no tenían ninguna implicación en ninguna atrocidad de la guerra. Es la primera vez que veo decapitaciones, la primera vez que veo cuerpos moverse sin cabeza. Estos momentos delicados de los que he sido testigo no se han separado de mi mente ni por un instante hasta ahora.
Después, el A.E.I, comenzó a acusarnos de ser partidarios del régimen. Nos dijeron que éramos infieles y que merecíamos un castigo. Éramos más de 145 personas. Nos concentraron para ejecutarnos. Hasta el último memento nos despedimos de nuestras familias, nuestras esposas, nuestros hijos, yendo a una muerte inminente como destino. Hasta que, en el último momento, se indultó a una parte y se ejecutó a la otra. El indulto lo dictaminó un juez bajo la premisa de que esa gente éramos musulmanes, que se nos debía dar una segunda oportunidad para reconducirnos por el buen camino del Islam. Entonces nos indultaron y fuimos a la ciudad.
Hemos visto cadáveres tirados por el suelo y, la mayoría, decapitados. Es imposible describir con palabras las terroríficas escenas de las que hemos sido testigos. Entre nosotros había niños que vieron todo ese horror; cadáveres decapitados…estos niños han visto cómo el A.E.I cortaba las cabezas y entregaba los cuerpos a las familias como advertencia de que son infieles y contrarios a ellos.
Ante esto, decidimos marcharnos de la ciudad. Huir de este grupo criminal que ejecutaba a la población.
Decidimos marcharnos fuera de la ciudad. Yo, mi mujer y mis hijos. Caminamos más de 15 kilómetros en pleno frío, lluvia y heladas atravesando campos de cultivo. Huimos del A.E.I hasta alcanzar la frontera y la zona controlada por el ejercito libre sirio y las organizaciones islamistas. Una vez allí buscamos un traficante para llevarnos a la ciudad más próxima a Turquía. Cruzamos la frontera desde Siria a Turquía pagando un precio desorbitado. Atravesamos ríos, montañas cuesta abajo y cuesta arriba para llegar a la ciudad más próxima a Turquía. Esto nos costó muchísimo dinero.
En Turquía fue imposible quedarse para sobrevivir, por falta de trabajo y de ayudas por ninguna parte. Entonces pensamos emprender el camino hacia Europa. Buscamos un traficante para llevarnos a Grecia o algún punto cercano a Grecia. Fuimos objeto de abuso. El traficante nos pidió por mí, mi mujer y mis hijos más de 7000 dólares por cruzar en una balsa hinchable. La balsa de la muerte. Y, efectivamente, vimos la muerte con nuestros propios ojos. La escena era catastrófica. Los niños gritaban llorando, las olas nos golpeaban en mitad del mar. Hubo un momento en que parecía que los niños se ahogaban. El tiempo era hostil, olas y vientos muy fuertes. Todos en una balsa pequeña amontonados…como 70 personas. Dejamos nuestras vidas en manos de dios. De repente se acercó un barco griego de rescate y nos ayudaron en los últimos instantes. Cuando llegamos a la isla, vimos cómo se había hundido la pare derecha de la balsa. Quedó completamente cubierta de agua. Gracias a dios estábamos a salvo. Éramos más de 70 personas en aquella balsa. He visto con mis propios ojos la muerte. La muerte nos perseguía hasta que llegamos a la isla griega.
De un sitio a otro, hemos vivido más de tres meses en situaciones difíciles. Nosotros aquí, estamos muriendo lentamente. En Siria moríamos de golpe, bajo bombas pero, ahora, estamos muriendo lentamente.
El régimen lo ha destruido todo. Nuestros recursos, nuestras tierras, nuestras casas, a nuestros seres queridos y nuestros amigos, que murieron bajo los escombros. Ahora nosotros no valemos nada. Tengo más de 55 años, he trabajado duro toda mi vida para formar una familia, un futuro y una vida feliz para mi familia. ¿Cómo es posible estar viendo ahora que, todo mi sacrificio, mi lucha para garantizar la felicidad de mi familia, se evapora en un instante?
Ahora mi sueño se ha evaporado, se evaporó mi realidad. No tenemos nada; ni dinero, ni amigos, ni casa. La mayoría de nuestros amigos ya no están. No sé nada de ellos. Algunos fueron asesinados y otros escaparon. No sé nada de ellos. Mi hermano perdió la vida durante la devastación y durante los bombardeos de la aviación. A una pariente la ejecutó el A.E.I… ¿Por qué? ¿Por qué estamos sufriendo esta situación? ¿Por qué estamos asÍ?
Pido a las organizaciones humanitarias del mundo entero que sepan lo que es el sufrimiento del pueblo sirio. Nosotros hemos sufrido y seguimos sufriendo. ¿No se ha saciado aún el mundo con tanta sangre como se ha derramado en Siria? ¿No está saciado de tanta devastación, tantas ruinas, tantos asesinatos y tantas escenas terroríficas?
No puedo expresar más que esto. Ciudadano sirio.